¿Por qué a veces buscas comer así no tengas hambre?

Sentir hambre de manera injustificada no necesariamente tiene que ver con factores digestivos o necesidades fisiológicas, puede haber un componente emocional y otras variables implicadas.

Abordemos esta idea:

Entre otros, la alimentación cumple la función de cubrir las necesidades de nutrientes en el cuerpo. Nuestro organismo cuenta con mecanismos de regulación que señalan cuando necesita ingerir alimento y usualmente la conducta de comer se inicia por manifestaciones de hambre. Sin embargo, hay factores externos que la pueden activar: ver algo apetitoso, un aroma agradable, observar a otros comiendo, o incluso escuchar expresiones como ¡hora de comer!

Además de esos estímulos externos también entra en escena el estado emocional. Es posible que algunas emociones que no detectamos, o que no expresamos, intenten manifestarse de algún modo. Comer sin control puede ser un intento por generar cierto alivio o por disminuir un malestar.

Entonces, en ocasiones no comemos impulsados por esa necesidad de nutrientes, sino motivados por razones que no son del todo conscientes, originadas por estímulos externos o por nuestras propias emociones. A veces resulta difícil controlar el deseo de comer, porque las señales para activar la conducta de alimentarnos son más fuertes que las que la detienen.

En diferentes momentos pasamos por situaciones inesperadas que nos obligan de forma repentina a adaptarnos a nuevas circunstancias. Para muchos, los cambios son una demanda exigente que desequilibra y que despierta emociones; más aún si tenemos restricciones con las diferentes actividades de entretenimiento, con el contacto y con las expresiones físicas de afecto. No es extraño que terminemos buscando equilibrio en la acción de comer, que es una actividad generadora de placer a corto plazo.

Por ese motivo queremos compartirte algunas estrategias que pueden ser útiles para evitar consumir comida poco saludable innecesariamente:

Reemplaza en tu mercado la comida poco saludable y con alto contenido de azúcar por alimentos que realmente te aporten los nutrientes que necesitas.

Mantén un recipiente con agua cerca e hidrátate con frecuencia.

Desayuna, almuerza y cena de forma balanceada y en lo posible en horarios estables.

Intenta no bloquear tus emociones, procura reconocer por qué las sientes, atiende las necesidades que las originan y expresa lo que sientes cuando puedas hacerlo.

Procura remplazar las acciones de comer, cuando estas saciado, por alguna otra actividad que te resulte agradable.

Haz acuerdos con quienes vives para que haya espacios y momentos destinados para comer y así evitar antojarse mutuamente.

Recuerda que respirar conscientemente y meditar siempre es una buena opción para manejar las emociones.

Referencias:

Carlson, N. (2010). Fundamentos de fisiología de la conducta. Madrid: Pearson.
Menendez, I. (2007). Alimentación emocional. Barcelona: Debolsillo

Créditos

Foto tomada de Freepik - www.freepik.es
Autor: Rodrigo Aguilera
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